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Nemoroso (Garcilaso de la Vega)

   Égloga I (fragmento) 

Nemoroso

Garcilaso de la Vega


Garcilaso de la Vega


Corrientes aguas puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría
y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso en el reposo,
estuve ya contento y descansado.
¡ Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí algún hora,
que, despertando, a Elisa vi a mi lado.
¡Oh miserable hado!
¡Oh tela delicada,
antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte!
Más convenible fuera aquesta suerte
a los cansados años de mi vida,
que’s más que’l hierro fuerte,
pues no la ha quebrantado tu partida.

¿Dó están agora aquellos claros ojos
que llevaban tras sí, como colgada,
mi alma, doquier que ellos se volvían?
¿Dó está la blanca mano delicada,
llena de vencimientos y despojos
que de mí mis sentidos l’ofrecían.

Los cabellos que miran
con gran desprecio al oro
como a menor tesoro
¿adónde están, adónde el blanco pecho?
¿Dó la columna que’l dorado techo
con proporción graciosa sostenía?
Aquesto todo agora ya s’encierra,
por desventura mía,
en la escura, desierta y dura tierra.



Garcilaso de la Vega, 
Es uno de los mas grandes exponentesdel "Siglo de Oro" español; poeta y militar español 
Garcilaso de la Vega” hacia 1542. publicó: Las églogas, que son tres y en ellas recupera este género clásico en el que la evocación de la naturaleza juega un papel crucial.
La primera pieza de Garcilaso está dedicada al virrey de Nápoles don Pedro de Toledo y describe el canto de dos personajes campestres entre la salida del sol y su ocaso. 
La segunda égloga es la más extensa y compleja de las tres, está compuesta por una escena bucólica y una apología de la casa de Alba. 
La tercera y última égloga recurre al "Locus amoenus" y en ella se idealiza la belleza de un paisaje del Tajo.

Que tristeza el olor a jazmín (Juan Ramón Jimenez)

 ¡Que tristeza el olor a jazmín!

Juan Ramón Jimenez

¡Qué tristeza de olor de jazmín! El verano
torna a encender las calles y a oscurecer las casas,
y, en las noches, regueros descendidos de estrellas
pesan sobre los ojos cargados de nostalgia.

En los balcones, a las altas horas, siguen
blancas mujeres mudas, que parecen fantasmas;
el río manda, a veces, una cansada brisa,
el ocaso, una música imposible y romántica.

La penumbra reluce de suspiros; el mundo
se viene, en un olvido mágico, a flor de alma;
y se cogen libélulas con las manos caídas,
y, entre constelaciones, la alta luna se estanca.

¡Qué tristeza de olor de jazmín! Los pianos
están abiertos; hay en todas partes miradas
calientes… Por el fondo de cada sombra azul,
se esfuma una visión apasionada y lánguida.

Juan Ramón Jimenez: España 1881 -  Puerto Rico 1958.
Poeta Español.

Camina bella (Lord Byron)

 Camina bella

Lord Byron
Camina bella, como la noche
De climas despejados y cielos estrellados;
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Se reúne en su aspecto y en sus ojos:
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.

Una sombra de más, un rayo de menos,
Habría mermado la gracia sin nombre
Que se agita en cada trenza de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro;
Donde pensamientos serenamente dulces expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada.

Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los tintes que brillan,
Y hablan de días vividos en bondad,
Una mente en paz con todo,
¡Un corazón cuyo amor es inocente!

George Gordon Byron  1788 - 1824 Inglaterra
Poeta mas conocido como: Lord Byron

Elegia (Miguel Hernández)

 Elegia

Miguel Hernández


(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

No quiso ser

No conoció el encuentro
del hombre y la mujer.
El amoroso vello
no pudo florecer.

Detuvo sus sentidos
negándose a saber
y descendieron diáfanos
ante el amanecer.

Vio turbio su mañana
y se quedó en su ayer.

No quiso ser.

Miguel Hernández: 1910 - 1942, España.

Poemas (Safo de Lesbos)

 Estrofas de poemas 

Safo de Lesbos

Desde Creta ven, Afrodita, aquí,
a este sacro templo, que un bello bosque
de manzanos hay, y el incienso humea
ya en los altares;

suena fresca el agua por los renuevos
y las rosas dan al lugar su sombra,
y un profundo sueño de entre sus hojas
trémulas baja;

pasto de caballos, el prado aquí
lleno está de flores de primavera
y las brisas soplan oliendo a miel…


Ven, Chipriota, y cíñete con guirnaldas
y en las copas de oro con linda gracia
a la fiesta unido el divino néctar
échanos luego.

***
…y te invito, Abantis, a que ahora cantes
de Gongula tú y en tu mano el arpa:
¡cómo ya el deseo a redor revuela
de ti, mi bella!,

pues con solo ver su pequeña capa
sientes ya el hechizo, y yo lo gozo,
que es la diosa misma nacida en Chipre
quien te reprocha…

cuando rezo…
esa palabra…
yo quiero…

***
… y la noche entera con sus canciones
celebrando pasan tu amor las jóvenes
y a la casadita con mil violetas
en su regazo.

Venga, arriba, novio; salir ahora
con los mozos toca. Que así podremos
ver hoy menos sueño que los pardales
gorgoriteantes.

***
…otra chica no habrá,
creo, jamás,
viendo la luz del sol,

que se pueda decir
que en su saber
se te parezca a ti…

***
Como la dulce manzana rojea en la rama más alta,
alta en la más alta punta, y la olvidan los cosechadores.
Ah, pero no es que la olviden, sino que alcanzarla no pueden.

Safo, s VI a. de C., Grecia.

Bajo tu clara sombra (Octavio Paz)

 Bajo tu clara sombra

 Octavio Paz

Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto; Arena, besos, labios,
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena….
Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.

 Octavio Paz: México, 1914, 1998.

El ocaso de la Luna (Giacomo Leopardi)

 El ocaso de la Luna

Giacomo Leopardi

Como en noche callada,
Sobre el campo argentado y la laguna,
Donde aletea el céfiro
Y mil aspectos vagos
Y objetos engañosos
Fingen lejanas sombras
En las ondas tranquilas,
En setos, lomas, villas y ramajes,
Junto al confín del cielo,
Tras de los Alpes o del Apenino
O del Tirreno en lo hondo,
Cae la luna, y el mundo palidece;
Las sombras huyen, y una
Oscuridad envuelve monte y valle;
Ciega la noche queda,
Y, cantando con triste melodía,
La última luz del fugitivo astro
Que fue su guía hasta ahora
Saluda el carretero en su camino,

Así también se aleja
Y la vida abandona
La juventud. En fuga
Van sombras y ficciones
De agradables engaños; se disipa
La lejana esperanza
En que mortal natura se sustenta.
Abandonada, oscura
Queda la vida. En ella la mirada
Pone en vano el confuso caminante,
En busca de un sendero que le lleve
A una meta; y comprende
Que en la mansión humana
En un extraño ya se ha convertido.

Harto alegre y dichosa
Nuestra mísera suerte
Pareciera, si el juvenil estado,
En donde un goce es fruto de mil penas.
Durase todo el curso de la vida.
Dulcísimo decreto
El que a todo animal condena a muerte,
Si en medio del camino
No surgiesen dolores
Aun más terribles que la muerte misma.
De mentes inmortales
Hallazgo digno, extremo
De todo mal, fue para los eternos
La vejez, donde se halla
Intacta el ansia, la esperanza extinta,
Secas las fuentes del placer, las penas
Son mayores siempre, sin hallar ventura.

Llanuras y colinas,
Caído el esplendor que al occidente
El velo de la noche plateaba,
Huérfanas largo tiempo
No quedaréis, que por el otro lado
Pronto veréis el cielo
De nuevo clarear, surgir la aurora,
Y el Sol apareciendo detrás de ella
Y fulgurando en torno
Con poderosos rayos,
De lúcidos torrentes
Os bañará, ya los etéreos campos.
Mas la vida mortal, cuando se extingue
La hermosa juventud, no se ilumina
Jamás con otras luces ni otra aurora.
Viuda será hasta el fin; oscura noche
Que a las otras edades
Marcan los dioses como sepulturas.

Giacomo Leopardi: 1798 - 1837, Italia.

Evocación de la ciudad muerta (Abraham Valdelomar)

 Evocación de la ciudad muerta

Abraham Valdelomar

Por la ciudad en ruinas todo invita al olvido,
los viejos portalones, la gran plaza desierta
y el templo abandonado… La ciudad se ha dormido.
¡No hagáis ruido! Parece como que se despierta…

Una sombra se esfuma tras los viejos casones
y se pierde en el templo, donde ha muerto el ruido
de los lánguidos kyries y de las oraciones.
En medio del silencio de sus meditaciones
la ciudad se ha dormido…

Las escalas de mármol que ascendieran antaño
los nobles con escudos de lises y de estrellas,
oculto desde entonces tienen cada peldaño
y ahora —¡pobres escalas!— nadie sube por ellas.

Las sombras de las damas, las de venas azules
y manos transparentes, cuando agoniza el día,
lloran en los palacios decorados de gules
la tristeza infinita de las salas, vacía.

Y quedan los recuerdos que son como trofeos:
sedosos miriñaques y mitones bordados,
calados abanicos y griegos camafeos
que plegaran las vestes de los hombres rosados.

Y los trajes sedosos, brillantes como soles
que las damas lucieran en noches virreynales
enhebrados en perlas, con luces tornasoles,
largos, como las colas de los pavos reales…

Pasa, sin hacer ruido, llevando a un caballero
bajo el arco que forman los frisos de la puerta,
la calesa que guía el viejo calesero
por la empolvada ruta de la calle desierta.

Y marchan en silencio con la luna de estío
hacia el viejo palacio de los Inquisidores…
La luna, castamente se copia sobre el río
y se disipan estos cuadros evocadores.

Por la ciudad en ruinas todo invita al olvido,
los viejos portalones, la gran plaza desierta
y el templo abandonado… La ciudad se ha dormido.

¡No hagáis ruido! Parece como que se despierta…

Abraham Valdelomar: Ica, Perú, 1888 - Ayacucho, Perú, 1919

Plenitud (Victor Hugo)

 Plenitud

Victor Hugo

Puesto que apliqué mis labios a tu copa llena aún,
y puse entre tus manos mi pálida frente;
puesto que alguna vez pude respirar el dulce aliento,
de tu alma, perfume escondido en la sombra.

Puesto que me fue concedido escuchar de ti
las palabras en que se derrama el corazón misterioso;
ya que he visto llorar, ya que he visto sonreír,
tu boca sobre mi boca, tus ojos en mis ojos.

Ya que he visto brillar sobre mi cabeza ilusionada
un rayo de tu estrella, ¡ay!, siempre velada.
Ya que he visto caer en las ondas de mi vida
un pétalo de rosa arrancado a tus días,

puedo decir ahora a los veloces años:
¡Pasad! ¡Seguid pasando! ¡Yo no envejeceré más!
Idos todos con todas nuestras flores marchitas,
tengo en mi álbum una flor que nadie puede cortar.

vuestras alas, al rozarlo, no podrán derramar
el vaso en que ahora bebo y que tengo bien lleno.
Mi alma tiene más fuego que vosotros ceniza.
Mi corazón tiene más amor que vosotros olvido. 

Víctor Hugo 1802, Besanzón, Francia, 1885, París, Francia

Lo que dejé por ti (Rafael Alberti)

 Lo que dejé por ti

Rafael Alberti

Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

Rafaél Alberti: 1902 - 1999, España.

Amaranta (Rafael Alberti)

 Amaranta

Rafael Alberti

Rubios, pulidos senos de Amaranta,
por una lengua de lebrel limados
pórticos de limones desviados
por el canal que asciende a tu garganta.

Rojo, un puente de rizos se adelanta
e incendia tus marfiles ondulados.
Muerde, heridor, tus dientes desangrados,
y corvo, en vilo, al viento te levanta.

La soledad, dormida en la espesura
calza su pie de céfiro y desciende
del olmo alto al mar de la llanura.

Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende,
y gladiadora, como un ascua impura
entre Amaranta y su amador se tiende.

Rafael Alberti: 1902 - 1999, España.

Si el hombre pudiera decir (Luis Cernuda)

 Si el hombre pudiera decir

Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Deseo

Por el campo tranquilo de septiembre,
del álamo amarillo alguna hoja,
como una estrella rota,
girando al suelo viene.

Si así el alma inconsciente,
Señor de las estrellas y las hojas,
fuese, encendida sombra,
de la vida a la muerte.

Luis Cernuda: España 1904 - México 1963.

A la espera de la oscuridad (Alejandra Pizarnik)

 A la espera de la oscuridad

Alejandra Pizarnik


Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos


Alejandra Pizarnik: Argentina 1935 - 1972.
Flora Alejandra Pizarnik fue poeta, ensayista y traductora.

Desde Creta ven, Afrodita (Safo de Lesbos)

 Desde Creta ven, Afrodita

Safo de Lesbos


Desde Creta ven, Afrodita,
 aquí a este sacro templo, que un bello bosque
de manzanos hay, y el incienso humea ya en los altares;
suena fresca el agua por los manzanos
y las rosas dan al lugar su sombra,
y un profundo sueño de aquellas hojas trémulas baja: baja;
pasto de caballos, el prado allí lleno está de flores de primavera
y las brisas soplan oliendo a miel…
Ven, Chipriota, aquí y, tras tomar guirnaldas,
en doradas copas alegremente
mezclarás el néctar para escanciarlo con la alegría.



Francesca (Ezra Pound)

 Francesca

Ezra Pound

Saliste de la noche
Con flores en las manos.
Vas a salir ahora del tumulto del mundo,
De la babel de lenguas que te nombra.

Yo que te vi rodeada de hechos primordiales,
Monté en cólera cuando te mencionaron
En oscuros callejones.
¡Cómo me gustaría que una ola fresca cubriera mi mente
Que el mundo se trocara en hoja seca,
O en un vilano al viento,
Para que yo pudiera encontrarte de nuevo sola!

El árbol noble y generoso

  El árbol noble y generoso

Noble y generoso 

El árbol es el ser más servicial de la tierra, nos acompaña desde la creación, es muy funcional y servicial, nos entrega sus frutos y hay gran variedad de ellos, por ejemplo el naranjo, manzano, ciruelo, mango que dan frutos tiernos y sabrosos, entre otros también hay los que nos regalan frutos secos como el avellano, el nogal, la encina,  almendro, castaño y otros; también existen una gran variedad de frutos diferentes como el olivo que nos regalas la aceituna, las palmeras coco y dátiles.
Es tanta su promesa que cumple sin que le exijan, noble, generoso y de buen corazón es capaz de desprenderse de sus ramas, su corteza, su madera y sus raíces para dar comodidad al humano, calor en su hogar y medicinas para curar sus males.
Se rodea de aire fresco y bajo su sombra cubre con su follaje a aquel que busque su protección, lo refresca, le brinda sus energías y le regala su frescura y sus aromas.
Esta compuesta de 3 partes principales: la raíz, el tronco y la copa que es la cabeza arbórea 
Los bosques tienen un microclima gracias a los árboles que transpiran agua a través de sus hojas y humedecen su entorno combatiendo las altas temperaturas, refrescando el ambiente y dando sombra, mientras más frondosa su copa, más sombra hay en su entorno y los animales lo saben y buscan el refresco en las tórridos días del verano.
Los árboles son un emporio de vida que bulle a su alrededor y da refugio y cobijo a toda clase de aves desde los más bellos, los más melodiosos como aquellos que nos endulzan con sus trinos y gorjeos y el aletear de sus vuelos llenando de múltiples colores los cielos de los bosques
Los monos, ardillas, los osos perezosos, venados y la eterna y larga jirafa que se sirve de los más altos copetes, el follaje de las mas altas ramas de los empinados árboles de los bosques africanos.
Adorna los jardines y nos adorna la vida con los árboles ornamentales que adornan parques y jardines  como la acacia, jacarandá, ceibo, entre otros. 
Los más renombrados que hay en el mundo y el más representativo del género arbóreo.

Quién no conoce los pinos en épocas de Navidad 
El cerezo japonés, elegante y exótico
El arce canadiense serio y marcial. 
La encina española mágica y romántica.
El baobab africano, el más corpulento del mundo y más edad, llega a los 5,000 años.
La morera es el hábitat del gusano de seda que se alimenta de sus hojas.
La técnica japonesa de los árboles enanos denominados bonsai. 
La técnica de blasón y la heráldica  muchas lleva la imagen de un árbol.
Las abejas aprovechan sus ramas para colgar sus colmenas.
Los árboles que dan sombra.
Los árboles ornamentales.
No te olvides del árbol familiar o Árbol de la Vida.
El más alto es un secuoya con más de 100 metros de altura.

Tienen trabajo arduo, todo el día, trabajan con mucho esmero y cuidando el medio ambiente, eliminando el gas carbónico, los ácidos sulfúrico y nítrico que producen las grandes industrias y los reactores atómicos y nos entrega el oxígeno, sin parar, sin descansar, un árbol produce cada día el oxigeno suficiente para 10 personas, así combate el Calentamiento Global por que esa es su responsabilidad y se toma el trabajo muy a pecho y con suma responsabilidad.
La contaminación destruyen las hojas de los árboles y las mismas se demoran para volver a brotar.
Ya hablamos  de sus grandes esfuerzos, sus responsabilidades, consume poca agua, con su madera que es utilísima realizamos muchos trabajos, para los grandes ferrocarriles, sino hay madera bajo las ruedas de los ferrocarriles, estos no servirían para nada, en fin, lo da todo por nada, más nunca reclama, tampoco hace huelga
Hoy trabajan el doble y encima hacemos leña de él cuando ya no nos sirve para nada. 
Cuanta ingratitud con el elemento de la naturaleza. que nos entrega todo de él, hasta 
el último leño, nos regala su madera, aprovechamos el caucho de sus venas, gomas, medicina, especias como la canela, el corcho, aceites, resinas, fibras y flores y maderas aromáticas.
El divino árbol, aquel ser que esta llenó de conocimientos, lleno de ciencia, aquel ser esta formado de tierra, aire, sol y agua que con sus ramas parecen ofrendar al cielo y parece querer abrazar a Dios para agradecer la responsabilidad que le otorgó y parece orar para pedirle por la humanidad, es el ser que olvidó las ofensas, los maltratos y muy enérgico hoy nos reclama que cuidemos la Tierra que nos prestaron, que no es nuestra, que un día nos van a pedir cuentas por la destrucción y la contaminación.

 Antonio Encinas Carranza

Ojos astrales (José Hernández)

x   José Hernández Si Dios un día, cegara toda fuente de luz, el universo se alumbraría con esos ojos que tienes tú. Pero si lleno de  agrio...