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Soneto (Rafael Alberti)

 Soneto 

Rafael Alberti

Oh tú mi amor, la de subidos senos
en punta de rubíes levantados
los más firmes, pulidos, deseados,
llenos de luz y de penumbra llenos.

Hermosos, dulces, mágicos, serenos
o en la batalla erguidos, agitados,
o ya en juegos de puro amor besados,
gráciles corzas de dormir morenos.

Oh tú mi amor, el esmerado estilo
de tu gran hermosura que en sigilo
casi muriendo alabo a toda hora.

Oh tú mi amor, yo canto la armonía
de tus perfectos senos la alegría
al ver que se me abren cada aurora.

Rafael Alberti: 1902 - 1999, España.

Lo que dejé por ti (Rafael Alberti)

 Lo que dejé por ti

Rafael Alberti

Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

Rafaél Alberti: 1902 - 1999, España.

Se equivocó la paloma (Rafael Alberti)

 Se equivocó la paloma

Rafael Alberti

Se equivocaba,
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.

Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.

Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.

Rafael Alberti: 1902 - 1999, España.

Amaranta (Rafael Alberti)

 Amaranta

Rafael Alberti

Rubios, pulidos senos de Amaranta,
por una lengua de lebrel limados
pórticos de limones desviados
por el canal que asciende a tu garganta.

Rojo, un puente de rizos se adelanta
e incendia tus marfiles ondulados.
Muerde, heridor, tus dientes desangrados,
y corvo, en vilo, al viento te levanta.

La soledad, dormida en la espesura
calza su pie de céfiro y desciende
del olmo alto al mar de la llanura.

Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende,
y gladiadora, como un ascua impura
entre Amaranta y su amador se tiende.

Rafael Alberti: 1902 - 1999, España.

Ojos astrales (José Hernández)

x   José Hernández Si Dios un día, cegara toda fuente de luz, el universo se alumbraría con esos ojos que tienes tú. Pero si lleno de  agrio...