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La vida es sueño, Monólogo de Segismundo (Calderón de la Barca)

 La vida es sueño

Monólogo de Segismundo
Calderón de la Barca
Pedro Calderón de la Barca

                                                                   
Sueña el rey que es rey,
y vive con ese engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe,
 prestado, en el viento, escribe,
 y en cenizas le convierte
 la muerte, ¡desdicha fuerte!
 ¿Que hay quién intente reinar,
  viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
                         
 Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidado le ofrece;
 sueña el pobre que padece,
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
 sueña el que afana y pretende,
 sueña el que agravia y ofende,
  y en el mundo, en conclusión,
 todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
                         
 Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
 y soñé que en otro estado
 más lisonjero me vi.
¿Que es la vida? ... un frenesí,
   ¿Que es la vida? ... una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
 que toda la vida es sueño,
y los sueños ... sueños son.

                                                
 Pedro Calderón de la Barca: 1600 - 1681, España.
Poeta.

El soldado español de los tercios (Calderón de la Barca)

 El soldado español de los tercios

Calderón de la Barca

Este ejército que ves
vago al yelo y al calor,
la república mejor y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que el adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira como procede.
Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mejor cualidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho
no adorna el vestido el pecho
que el pecho adorna al vestido.
Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.
Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.
Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría, el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados.

                                                
 Pedro Calderón de la Barca: 1600 - 1681, España.
Poeta.

Nemoroso (Garcilaso de la Vega)

   Égloga I (fragmento) 

Nemoroso

Garcilaso de la Vega


Garcilaso de la Vega


Corrientes aguas puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría
y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso en el reposo,
estuve ya contento y descansado.
¡ Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí algún hora,
que, despertando, a Elisa vi a mi lado.
¡Oh miserable hado!
¡Oh tela delicada,
antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte!
Más convenible fuera aquesta suerte
a los cansados años de mi vida,
que’s más que’l hierro fuerte,
pues no la ha quebrantado tu partida.

¿Dó están agora aquellos claros ojos
que llevaban tras sí, como colgada,
mi alma, doquier que ellos se volvían?
¿Dó está la blanca mano delicada,
llena de vencimientos y despojos
que de mí mis sentidos l’ofrecían.

Los cabellos que miran
con gran desprecio al oro
como a menor tesoro
¿adónde están, adónde el blanco pecho?
¿Dó la columna que’l dorado techo
con proporción graciosa sostenía?
Aquesto todo agora ya s’encierra,
por desventura mía,
en la escura, desierta y dura tierra.



Garcilaso de la Vega, 
Es uno de los mas grandes exponentesdel "Siglo de Oro" español; poeta y militar español 
Garcilaso de la Vega” hacia 1542. publicó: Las églogas, que son tres y en ellas recupera este género clásico en el que la evocación de la naturaleza juega un papel crucial.
La primera pieza de Garcilaso está dedicada al virrey de Nápoles don Pedro de Toledo y describe el canto de dos personajes campestres entre la salida del sol y su ocaso. 
La segunda égloga es la más extensa y compleja de las tres, está compuesta por una escena bucólica y una apología de la casa de Alba. 
La tercera y última égloga recurre al "Locus amoenus" y en ella se idealiza la belleza de un paisaje del Tajo.

¿Qué es poesía? (Gustavo Adolfo Becquer)

 ¿Qué es poesía?

Rima XXI

Gustavo Adolfo Becquer

Gustavo Adolfo Becquer


¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¡Qué es poesía!, ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Gustavo Adolfo Becquer, España (1836 - 1870)
Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, ​ poeta y narrador español del Romanticismo.​

Volverán las oscuras golondrinas (Gustavo Adolfo Becquer)

 Volverán las oscuras golondrinas

Gustavo Adolfo Becquer 

Gustavo Adolfo Becquer

Gustavo Adolfo Bécquer 

Volverán las oscuras golondrinas
  a tu balcón sus nidos a colgar.
y otra vez con el ala a tus cristales
 con el ala, llamarán.


  Pero aquéllas, que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
   aquéllas, que aprendieron nuestro nombre .
esas ... ¡no volverán!
                              
  Volverán las tupidas madreselvas
   de ti jardín las tapias a escalar 
  y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
  sus flores se abrirán.


  Pero aquéllas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día ...
esas ... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos,
las palabras ardientes a sonar,
 tu corazón de su profundo sueño,
 tal vez despertará.
                                 
  Pero mudo, absorto y de rodillas,
  como se adora a Dios ante el altar,
  como yo te he querido ... ¡desengañate!
 nadie así te amará. 

Gustavo Adolfo Becquer

Gustavo Adolfo Becquer, España (1836 - 1870)
Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, ​ poeta y narrador español del Romanticismo. 
Aunque en vida ya alcanzó cierta fama, solo después de su muerte y tras la publicación de sus escritos obtuvo el prestigio que hoy tiene

A la vida retirada (Fray Luis de León)

  A la vida retirada

Fray Luis de León

Fray Luis de León

Que descansada vida
del huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida senda,
por donde han ido, 
los pocos sabios que 
en el mundo han sido.

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo se admira,
fabricado del sabio moro,
en jaspe sustentado !

No cura si la fama, 
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Que presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado,
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río!
¡Oh secreto, seguro deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero,
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio esta atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo, 
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera,
por mi mano planteado tengo un huerto,
que con la primavera 
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

 Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.

El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruido
que del oro y del cetro pone olvido.

Téngase un tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro 
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena cruje
y en ciega noche el claro día,
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
ya la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quién la mar no teme airada.

Y mientras miserablemente
se están los otros abrazando
con sed insaciable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra este cantando.

A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído 
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.

Fray Luis de León, España, 1527 -  1591.
Luis de León fue teólogo, poeta, humanista y religioso agustino de la escuela salmantina. 
Fray Luis de León es uno de los poetas más importantes del Renacimiento español junto con Francisco de Aldana, Alonso de Ercilla y San Juan de la Cruz.

El alto velero (Salvatore Quasimodo)

 El alto velero

Salvatore Quasimodo

Cuando vinieron los pájaros a mover las hojas
de los árboles amargos junto a mi casa
eran ciegos volátiles 
nocturnos que horadaban 
sus nidos en las cortezas,
alcé la frente hacia la luna
y vi un alto velero.

Al borde de la isla el mar era sal;
y se había tendido la tierra y antiguas
conchas relucían pegadas a las rocas
en la rada de enanos limoneros.

Y le dije a mi amada, que en sí llevaba un hijo mío
y por él tenía siempre el mar en el alma:
Estoy cansado de estas olas que baten
con ritmo de remos, 
y de las lechuzas
que imitan el lamento de los perros
cuando hay viento de luna
 en los cañaverales.
Quiero partir, quiero dejar esta isla.
Y ella: Querido, 
ya es tarde: quedémonos.

Entonces me puse 
a contar lentamente
los vivos reflejos 
de agua marina
que el aire me traía 
a los ojos
desde la mole 
del alto velero.

Salvatore Quasimodo: 1901, Sicilia-Amalfi, 1968, Campania, Italia.
Poeta italiano.

Lamento por el sur (Salvatore Quasimodo)

 Lamento por el sur 

Salvatore Quasimodo

La luna roja, el viento, tu color
de mujer del Norte, la llanura de nieve…
Mi corazón está ya en estas praderas,
en estas aguas anubladas por la niebla.
He olvidado el mar, la grave
caracola que soplan los pastores sicilianos,
las cantilenas de los carros a lo largo de los caminos
donde el algarrobo tiembla en el humo de los rastrojos,
he olvidado el paso de las garzas y las grullas
en el aire de las verdes altiplanicies
por las tierras y los ríos de Lombardía.
Pero el hombre grita en cualquier parte la suerte de una patria.
Ya nadie me llevará al sur.

Oh, el Sur está cansado de arrastrar muertos
a la orilla de las ciénagas de malaria,
está cansado de soledad, cansado de cadenas,
está cansado en su boca
de las blasfemias de todas las razas
que han gritado muerte con el eco de sus pozos,
que han bebido la sangre de su corazón.
Por eso sus hijos vuelven a los montes,
sujetan los caballos bajo mantas de estrellas,
comen flores de acacia a lo largo de las pistas
nuevamente rojas, aun rojas, aun rojas.
Ya nadie me llevará al Sur .

Y esta tarde cargada de invierno
es aún nuestra, y aquí te repito
mi absurdo contrapunto
de dulzuras y furores,
un lamento de amor sin amor.

Salvatore Quasimodo: 1901, Sicilia-Amalfi, 1968, Campania, Italia.
Poeta italiano.

Poemas cortos de Salvatore Quasimodo

 Antiguo invierno

Salvatore Quasimodo

Deseo de tus manos claras
en la penumbra de la llama:
sabían a roble ya rosas,
a muerte. Antiguo invierno.
Buscaban el mijo los pájaros
y enseguida eran de nieve;
e igual las palabras.
Un poco de sol, un estrellón de ángel.
y luego la niebla; y los árboles,
y nosotros hechos de aire en la mañana.

No he perdido nada

Todavía estoy acá, el sol gira
a mis espaldas como un halcón y la tierra
repite mi voz en la tuya.
Y vuelve a empezar el tiempo visible
en el ojo que redescubre la luz.
No he perdido nada.
Perder es ir más allá de un diagrama del cielo
a lo largo de movimientos de sueños, un río
lleno de hojas.


Salvatore Quasimodo: 1901, Sicilia, Amalfi, 1968, Campania, Italia.
Poeta italiano

Embriaguez (Emily Dickinson)

 Embriaguez

Emily Dickinson

En jarros tallados en nácar
apuro un licor ignorado...
Tal vez ni del Rhin en las cavas
pudiera mi sed encontrarlo.

Con una embriaguez de rocío,
borracha de incógnitos hálitos,
tabernas de azul diluido
recorro en perpetuos veranos.

Cuando las abejas
y las mariposas,
agobiadas, ebrias,
vuelen de las pomas,
aún libaré yo mi vaso
de extraño licor...

Hasta que los ángeles
me agiten su níveo penacho,
y a los ventanales
celestes se asomen los santos
para contemplarme
borracha de azul y de sol.

Emily Dickinson: Estados Unidos 1830  –  1886.

Emily Elizabeth Dickinson,​ su poesía la ha colocado en el panteón de poetas fundamentalistas estadounidenses junto a Edgar Allan Poe y Walt Whitman.

Poema 128 (Emily Dickinson)

 Poema 128

Emily Dickinson

Dame el ocaso en una copa,
enumérame los frascos de la mañana
y dime cuánto hay de rocío,
dime cuán lejos la mañana salta
dime a qué hora duerme el tejedor
que tejió el espacio azul.

Escríbeme cuántas notas habrá
en el nuevo éxtasis del tordo
entre asombradas ramas
cuántos caminos recorre la tortuga
cuántas copas la abeja comparte,
disoluta del rocío.

También, ¿quién puso la base del arco iris,
también, quién guía las esferas dóciles
por juncos de azul flexible?
¿Qué dedos atan las estalactitas
quién cuenta la plata de la noche
para saber si nadie está en deuda?

¿Quién edificó esta casita albana
y cerró herméticamente las ventanas
que mi espíritu no puede ver?
¿Quién me dejará salir un día de gala
con implementos de vuelo,
fugaz pomposidad?

Emily Dickinson: Estados Unidos 1830  –  1886.

Emily Elizabeth Dickinson,​ su poesía la ha colocado en el panteón de poetas fundamentales estadounidenses junto a Edgar Allan Poe y Walt Whitman.

Verde que te quiero verde (Gustavo Adolfo Bécquer)

 Verde que te quiero verde

Gustavo Adolfo Bécquer


Gustavo Garcia Lorca


Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura,
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con los ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
Pero ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?…
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas;
¡Dejadme subir! dejadme
hasta las verdes barandas,
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. 
Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

Gustavo Adolfo Becquer, España: 1836 - 1879
Poeta del románticismo español.

Que tristeza el olor a jazmín (Juan Ramón Jimenez)

 ¡Que tristeza el olor a jazmín!

Juan Ramón Jimenez

¡Qué tristeza de olor de jazmín! El verano
torna a encender las calles y a oscurecer las casas,
y, en las noches, regueros descendidos de estrellas
pesan sobre los ojos cargados de nostalgia.

En los balcones, a las altas horas, siguen
blancas mujeres mudas, que parecen fantasmas;
el río manda, a veces, una cansada brisa,
el ocaso, una música imposible y romántica.

La penumbra reluce de suspiros; el mundo
se viene, en un olvido mágico, a flor de alma;
y se cogen libélulas con las manos caídas,
y, entre constelaciones, la alta luna se estanca.

¡Qué tristeza de olor de jazmín! Los pianos
están abiertos; hay en todas partes miradas
calientes… Por el fondo de cada sombra azul,
se esfuma una visión apasionada y lánguida.

Juan Ramón Jimenez: España 1881 -  Puerto Rico 1958.
Poeta Español.

Estoy triste y mis ojos no lloran (Juan Ramón Jiménez)

Estoy triste y mis ojos no lloran
Juan Ramón Jiménez

Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.

¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?

Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.

Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!

Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;

y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...

Es la esquila; ha sonado. La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.

¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.

Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.


Juan Ramón Jimenez: España 1881 -  Puerto Rico 1958.
Poeta español

Canción del pirata, (José de Espronceda)

 Canción del pirata

José de Espronceda


José de Espronceda


Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín;

bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;

y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.

Navega velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza,
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho,
del inglés,

y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

A la voz de ¡barco viene!
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!;
yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.

Y si caigo
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
de un esclavo
como un bravo
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

El Pelayo (Fragmento 2)

Al blando son de la armoniosa lira
oigo la voz de alegres trovadores,
el aura siento que fragancia respira,
y al eco escucho murmurando amores.


José de Espronceda: Poeta español: 1808 - 1842

Al cumplir mis 36 años (Lord Byron)

 Al cumplir mis 36 años

Lord Byron
¡Calma, corazón, ten calma!
¿A qué lates, si no abates
ya ni alegras a otra alma?
¿A qué lates?

Mi vida, verde parral,
dio ya su fruto y su flor,
amarillea, otoñal,
sin amor.

Mas no pongamos mal ceño!
¡No pensemos, no pensemos!
Démonos al alto empeño
que tenemos.

Mira: Armas, banderas, campo
de batalla, y la victoria,
y Grecia. ¿No vale un lampo
de esta gloria?

¡Despierta! A Hélade no toques,
Ya Hélade despierta está.
Invócate a ti. No invoques
más allá

Viejo volcán enfriado
es mi llama; al firmamento
alza su ardor apagado.
¡Ah momento!

Temor y esperanza mueren.
Dolor y placer huyeron.
Ni me curan ni me hieren.
No son. Fueron.

¿A qué vivir, correr suerte,
si la juventud tu sien
ya no adorna? He aquí tu
muerte.

Y está bien.
Tras tanta palabra dicha,
el silencio. Es lo mejor.
En el silencio ¿no hay dicha?
y hay valor.

Lo que tantos han hallado
buscar ahora para ti:
una tumba de soldado.
Y hela aquí.

Todo cansa todo pasa.
Una mirada hacia atrás,
y marchémonos a casa.
Allí hay paz.

George Gordon Byron  1788 - 1824 Inglaterra
Poeta inglés, mas conocido como: Lord Byron

Te vi llorar (Lord Byron)

 Te vi llorar

Lord Byron
¡Yo te vi llorar! Tu lágrima, mía,
en tu pupila azul brillaba inquieta,
como la blanca gota de rocío
sobre el tallo delicado de la violeta.

¡Te vi reír! Y un fértil mayo,
las rosas deshojadas por la brisa
no pudieron dibujar en su desmayo
la inefable expresión de tu sonrisa.

Así como las nubes en el cielo
del sol reciben una luz tan bella,
que la noche no borra con su beso,
ni eclipsa con su luz la clara estrella.

Tu sonrisa transmite la fortuna
al alma triste, y tu mirada incierta,
deja una dulce claridad tan pura
que llega al corazón después de muerta.

George Gordon Byron  1788 - 1824 Inglaterra.
Poeta mas conocido como: Lord Byron

La vida es sueño, Monólogo de Segismundo (Calderón de la Barca)

  La vida es sueño Monólogo de Segismundo Calderón de la Barca                                                                      Sueña el...