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Bajo tu clara sombra (Octavio Paz)

 Bajo tu clara sombra

 Octavio Paz

Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto; Arena, besos, labios,
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena….
Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.

 Octavio Paz: México, 1914, 1998.

A su amada (Pierre de Ronsard)

 A su amada 

Pierre de Ronsard

Mi pequeña palomita, 
mi pequeña, toda linda, 
perlita mía, besadme: 
con la boca toda llena 
de amor, quitadme la pena 
de mi amoroso cuidado.

Cuando yo os diga: niña mía 
acercaos, necesito 
nueve besos a la vez, 
dadme solamente tres, 
como los que Diana guerrera 
le. dio a Febo su hermano 
y la Aurora a su viejo… 
Luego, retirad la boca,
 y lejos, toda esquivez,
 huid con pie bullicioso.

Como un toro por el prado 
corre detrás de su amada, 
así yo, lleno de ira, 
correré, loco, tras vos, 
y sujeta con fuerte mano 
os retendré, de igual modo 
que un águila al tembloroso pichón. 
Entonces, fingiéndoos ruborosa 
de darme los otros besos, 
iniciaréis vos el gesto.

Pero en vano estaréis colgada 
de mi cuello, esperando 
(los ojos un poco bajos) 
perdón de mi pecho herido. 
Pues en lugar de seis he de pediros 
más besos que estrellas nunca 
tuviera el cielo; más que arena 
se acumula en la orilla 
arrastrada por el agua 
cuando airada se estrella contra las rocas.

Pierre de Ronsard: 1524 - 1585 Francia.

Lo que dejé por ti (Rafael Alberti)

 Lo que dejé por ti

Rafael Alberti

Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

Rafaél Alberti: 1902 - 1999, España.

Si alguien llama a tu puerta (Gabriel García Márquez)

    Si alguien llama a tu puerta Gabriel García Márquez Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,  Y algo de tu sangre late y no reposa En su...