Mostrando entradas con la etiqueta Quasimodo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Quasimodo. Mostrar todas las entradas

El alto velero (Salvatore Quasimodo)

 El alto velero

Salvatore Quasimodo

Cuando vinieron los pájaros a mover las hojas
de los árboles amargos junto a mi casa
eran ciegos volátiles 
nocturnos que horadaban 
sus nidos en las cortezas,
alcé la frente hacia la luna
y vi un alto velero.

Al borde de la isla el mar era sal;
y se había tendido la tierra y antiguas
conchas relucían pegadas a las rocas
en la rada de enanos limoneros.

Y le dije a mi amada, que en sí llevaba un hijo mío
y por él tenía siempre el mar en el alma:
Estoy cansado de estas olas que baten
con ritmo de remos, 
y de las lechuzas
que imitan el lamento de los perros
cuando hay viento de luna
 en los cañaverales.
Quiero partir, quiero dejar esta isla.
Y ella: Querido, 
ya es tarde: quedémonos.

Entonces me puse 
a contar lentamente
los vivos reflejos 
de agua marina
que el aire me traía 
a los ojos
desde la mole 
del alto velero.

Salvatore Quasimodo: 1901, Sicilia-Amalfi, 1968, Campania, Italia.
Poeta italiano.

Lamento por el sur (Salvatore Quasimodo)

 Lamento por el sur 

Salvatore Quasimodo

La luna roja, el viento, tu color
de mujer del Norte, la llanura de nieve…
Mi corazón está ya en estas praderas,
en estas aguas anubladas por la niebla.
He olvidado el mar, la grave
caracola que soplan los pastores sicilianos,
las cantilenas de los carros a lo largo de los caminos
donde el algarrobo tiembla en el humo de los rastrojos,
he olvidado el paso de las garzas y las grullas
en el aire de las verdes altiplanicies
por las tierras y los ríos de Lombardía.
Pero el hombre grita en cualquier parte la suerte de una patria.
Ya nadie me llevará al sur.

Oh, el Sur está cansado de arrastrar muertos
a la orilla de las ciénagas de malaria,
está cansado de soledad, cansado de cadenas,
está cansado en su boca
de las blasfemias de todas las razas
que han gritado muerte con el eco de sus pozos,
que han bebido la sangre de su corazón.
Por eso sus hijos vuelven a los montes,
sujetan los caballos bajo mantas de estrellas,
comen flores de acacia a lo largo de las pistas
nuevamente rojas, aun rojas, aun rojas.
Ya nadie me llevará al Sur .

Y esta tarde cargada de invierno
es aún nuestra, y aquí te repito
mi absurdo contrapunto
de dulzuras y furores,
un lamento de amor sin amor.

Salvatore Quasimodo: 1901, Sicilia-Amalfi, 1968, Campania, Italia.
Poeta italiano.

Si alguien llama a tu puerta (Gabriel García Márquez)

    Si alguien llama a tu puerta Gabriel García Márquez Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,  Y algo de tu sangre late y no reposa En su...