Mostrando entradas con la etiqueta Cristal. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cristal. Mostrar todas las entradas

Volverán las oscuras golondrinas (Gustavo Adolfo Becquer)

 Volverán las oscuras golondrinas

Gustavo Adolfo Becquer 

Gustavo Adolfo Becquer

Gustavo Adolfo Bécquer 

Volverán las oscuras golondrinas
  a tu balcón sus nidos a colgar.
y otra vez con el ala a tus cristales
 con el ala, llamarán.


  Pero aquéllas, que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
   aquéllas, que aprendieron nuestro nombre .
esas ... ¡no volverán!
                              
  Volverán las tupidas madreselvas
   de ti jardín las tapias a escalar 
  y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
  sus flores se abrirán.


  Pero aquéllas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día ...
esas ... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos,
las palabras ardientes a sonar,
 tu corazón de su profundo sueño,
 tal vez despertará.
                                 
  Pero mudo, absorto y de rodillas,
  como se adora a Dios ante el altar,
  como yo te he querido ... ¡desengañate!
 nadie así te amará. 

Gustavo Adolfo Becquer

Gustavo Adolfo Becquer, España (1836 - 1870)
Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, ​ poeta y narrador español del Romanticismo. 
Aunque en vida ya alcanzó cierta fama, solo después de su muerte y tras la publicación de sus escritos obtuvo el prestigio que hoy tiene

No rechaces los sueños por ser sueños (Pedro Salinas)

 No rechaces los sueños por ser sueños

Pedro Salinas

No rechaces los sueños por ser sueños
Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
su propio sueño, y dice:
Yo soy el sol, los cielos, el amor.
Pero nunca se va, nunca se pasa,
si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
es el modo que el alma
tiene para que nunca se le escape
lo que se escaparía si dejamos
de soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
un amor que ha dejado de soñarse
hecho materia y que se busca en tierra.

Sin voz desnuda

Sin armas. Ni las dulces
sonrisas, ni las llamas
rápidas de la ira.
Sin armas. Ni las aguas
de la bondad sin fondo,
ni la perfidia, corvo pico.
Nada. Sin armas. Sola.

Ceñida en tu silencio.
Sí y no, mañana y cuando,
quiebran agudas puntas
de inútiles saetas
en tu silencio liso
sin derrota ni gloria.
¡Cuidado!, que te mata
fría, invencible, eterna
eso, lo que te guarda,
eso, lo que te salva,
el filo del silencio que tú aguzas.

Pedro Salinas Serrano: España 1891 -  Estados Unidos 1951.

Bajo la lluvia (Juana de Ibarbourou)

 Bajo la lluvia

Juana de Ibarbourou

¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
¡Cómo moja mi falda,
y pone en mis mejillas su frescura de nieve!
Llueve, llueve, llueve,
y voy, senda adelante,
con el alma ligera y la cara radiante,
sin sentir, sin soñar,
llena de la voluptuosidad de no pensar.

Un pájaro se baña
en una charca turbia; mi presencia le extraña,
se detiene… me mira… nos sentimos amigos…
¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!

Después es el asombro
de un labriego que pasa con su azada al hombro
y la lluvia me cubre de todas las fragancias
de los setos de octubre.
Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado
como un maravilloso y estupendo tocado
de gotas cristalinas, de flores deshojadas
que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
Y siento, en la vacuidad
del cerebro sin sueño, la voluptuosidad
del placer infinito, dulce y desconocido,
de un minuto de olvido.
Llueve, llueve, llueve,
y tengo en alma y carne, como un frescor de nieve.

Por esa puerta (Amado Nervo)

 Por esa puerta

(Amado Nervo)

Por esa puerta huyó diciendo: ¡nunca!
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta dejo trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.

Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil indecisa,
levemente sacude la vidriera,
palpita más aprisa, más aprisa,
mi corazón cobarde que la espera.

Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos
y acecha agazapando mi deseo
en el trémulo fondo de mis ojos.

¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo,
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta?

¿Cuándo habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales,
y, con su beso ha de llegar a ellas,
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?

¡Oh Señor!, ya la pálida está alerta;
¡oh Señor, cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta!
¡Oh, Señor, haz que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!...
¡Por esa puerta ha de volver un día!

Si alguien llama a tu puerta (Gabriel García Márquez)

    Si alguien llama a tu puerta Gabriel García Márquez Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,  Y algo de tu sangre late y no reposa En su...