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Estoy triste y mis ojos no lloran (Juan Ramón Jiménez)

Estoy triste y mis ojos no lloran
Juan Ramón Jiménez

Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.

¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?

Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.

Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!

Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;

y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...

Es la esquila; ha sonado. La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.

¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.

Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.


Juan Ramón Jimenez: España 1881 -  Puerto Rico 1958.
Poeta español

Canción del pirata, (José de Espronceda)

 Canción del pirata

José de Espronceda


José de Espronceda


Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín;

bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;

y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.

Navega velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza,
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho,
del inglés,

y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

A la voz de ¡barco viene!
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!;
yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.

Y si caigo
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
de un esclavo
como un bravo
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

El Pelayo (Fragmento 2)

Al blando son de la armoniosa lira
oigo la voz de alegres trovadores,
el aura siento que fragancia respira,
y al eco escucho murmurando amores.


José de Espronceda: Poeta español: 1808 - 1842

Al cumplir mis 36 años (Lord Byron)

 Al cumplir mis 36 años

Lord Byron
¡Calma, corazón, ten calma!
¿A qué lates, si no abates
ya ni alegras a otra alma?
¿A qué lates?

Mi vida, verde parral,
dio ya su fruto y su flor,
amarillea, otoñal,
sin amor.

Mas no pongamos mal ceño!
¡No pensemos, no pensemos!
Démonos al alto empeño
que tenemos.

Mira: Armas, banderas, campo
de batalla, y la victoria,
y Grecia. ¿No vale un lampo
de esta gloria?

¡Despierta! A Hélade no toques,
Ya Hélade despierta está.
Invócate a ti. No invoques
más allá

Viejo volcán enfriado
es mi llama; al firmamento
alza su ardor apagado.
¡Ah momento!

Temor y esperanza mueren.
Dolor y placer huyeron.
Ni me curan ni me hieren.
No son. Fueron.

¿A qué vivir, correr suerte,
si la juventud tu sien
ya no adorna? He aquí tu
muerte.

Y está bien.
Tras tanta palabra dicha,
el silencio. Es lo mejor.
En el silencio ¿no hay dicha?
y hay valor.

Lo que tantos han hallado
buscar ahora para ti:
una tumba de soldado.
Y hela aquí.

Todo cansa todo pasa.
Una mirada hacia atrás,
y marchémonos a casa.
Allí hay paz.

George Gordon Byron  1788 - 1824 Inglaterra
Poeta inglés, mas conocido como: Lord Byron

Te vi llorar (Lord Byron)

 Te vi llorar

Lord Byron
¡Yo te vi llorar! Tu lágrima, mía,
en tu pupila azul brillaba inquieta,
como la blanca gota de rocío
sobre el tallo delicado de la violeta.

¡Te vi reír! Y un fértil mayo,
las rosas deshojadas por la brisa
no pudieron dibujar en su desmayo
la inefable expresión de tu sonrisa.

Así como las nubes en el cielo
del sol reciben una luz tan bella,
que la noche no borra con su beso,
ni eclipsa con su luz la clara estrella.

Tu sonrisa transmite la fortuna
al alma triste, y tu mirada incierta,
deja una dulce claridad tan pura
que llega al corazón después de muerta.

George Gordon Byron  1788 - 1824 Inglaterra.
Poeta mas conocido como: Lord Byron

No volveremos a vagar (George Gordon Byron)

 No volveremos a vagar

George Gordon Byron

Así es, no volveremos a vagar
Tan tarde en la noche,
Aunque el corazón siga amando
Y la luna conserve el mismo brillo.

Pues así como la espada gasta su vaina,
y el alma consume el pecho,
Asimismo el corazón debe detenerse a respirar,
e incluso el amor debe descansar.

Aunque la noche fue hecha para amar,
Y los días vuelven demasiado pronto,
Aun así no volveremos a vagar
A la luz de la luna.

George Gordon Byron  1788 - 1824 Inglaterra.
Poeta inglés, mas conocido como Lord Byron.

La luna (Jaime Sabines)

 La Luna

Jaime Sabines

La Luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.

Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.

Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.

Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.

Jaime Sabines: México 1929 - 1999
Poeta

Te amo por ceja (Julio Cortázar)

 Te amo por ceja

 Julio Cortázar

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre,
 te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y
cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento 
y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese
pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre en
una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.

Julio Cortázar: Bélgica 1914, Francia 1984; de nacionalidad argentino.Julio Florencio Cortázar fue profesor, escritor y poeta.Obras poéticas de Cortázar: su primera obra fue: Presencia (Sonetos) luego publicó Salvo el crepúsculo y después Pameos y meopas.


Lanzar los dados (Charles Bukowski)

 Lanzar los dados

Charles Bukowski

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
De otra forma ni siquiera comiences.
Si vas a intentarlo, ve hasta el final.

Esto puede significar perder novias,
esposas,
parientes,
trabajos y,
quizá tu cordura.

Ve hasta el final.
Esto puede significar no comer por 3 o 4 días.
Esto puede significar congelarse en la banca de un parque.
Esto puede significar la cárcel.
Esto puede significar burlas, escarnios, soledad…

La soledad es un regalo.
Los demás son una prueba de tu insistencia, o
de cuánto quieres realmente hacerlo.

Y lo harás,
a pesar del rechazo y de las desventajas,
y será mejor que cualquier cosa que hayas imaginado.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
No hay otro sentimiento como ese.

Estarás a solas con los dioses
y las noches se encenderán con fuego.

Hazlo, hazlo, hazlo.
Hazlo.
Hasta el final,hasta el final.

Llevarás la vida directo a la perfecta carcajada.
Es la única buena lucha que hay.

Charles Bukowski: Alemania 1920 - Estados Unidos 1994.

Heinrich Karl Bukowski, fue un escritor de relatos, novelista y poeta estadounidense nacido en Alemania, representante del realismo sucio y considerado como un “poeta maldito”, debido a su excesivo alcoholismo, pobreza y bohemia.​ 

Arte poética (Vicente Huidobro)

 Arte poética

  Vicente Huidobro

Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata,

Estamos en el ciclo de los nervios,
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh, Poetas!
Hacedla florecer en el poema;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios.

Vicente Huidobro: Chile 1893 – 1948.

Vicente García-Huidobro Fernández, poeta, fue un exponente del creacionismo, es considerado uno de los 3 grandes de la poesía chilena, junto con Gabriela Mistral, Pablo Neruda.

Corazón coraza (Mario Benedetti)

Corazón coraza
Mario Benedetti

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

Porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes donde quiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.


Mario Benedetti: 1920 - 2009, Uruguay.

Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, conocido solo como Mario Benedetti, fue un escritor y poeta uruguayo, integrante de la Generación del 45, uno de los más reconocidos en la lengua hispana.

Cuando éramos niños (Mario Benedetti)

 Cuando éramos niños
Mario Benedetti

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana no existía.

Luego cuando muchachos los viejos
eran gente de cuarenta
un estanque era un océano
la muerte solamente una palabra.

Ya cuando nos casamos los ancianos
estaban en los cincuenta un lago
era un océano la muerte era la muerte de los otros.

Ahora veteranos ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser la nuestra.

Mario Benedetti: 1920 - 2009, Uruguay.
Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, conocido solo como Mario Benedetti, fue un escritor y poeta uruguayo, integrante de la Generación del 45, uno de los más reconocidos en la lengua hispana.

Ven, camina conmigo (Emily Brontë)

 Ven, camina conmigo

Emily Brontë

Ven, camina conmigo,
sólo tú has bendecido alma inmortal.
Solíamos amar la noche invernal,
Vagar por la nieve sin testigos.
¿Volveremos a esos viejos placeres?
Las nubes oscuras se precipitan
ensombreciendo las montañas
igual que hace muchos años,
hasta morir sobre el salvaje horizonte
en gigantescos bloques apilados;
mientras la luz de la luna se apresura
como una sonrisa furtiva, nocturna.

Ven, camina conmigo;
no hace mucho existíamos
pero la muerte ha robado nuestra compañía
Como el amanecer se roba el rocío.
Una a una llevó las gotas al vacío
hasta que sólo quedaron dos;
pero aún destellan mis sentimientos
pues en ti permanecen fijos.

No reclames mi presencia,
¿puede el amor humano ser tan verdadero?
¿puede la flor de la amistad morir primero
y revivir luego de muchos años?
No, aunque con lágrimas sean bañados,
Los túmulos cubren su tallo,
La savia vital se ha desvanecido
y el verde ya no volverá.
Más seguro que el horror final,
inevitable como las estancias subterráneas
donde habitan los muertos y sus razones,
El tiempo, implacable, separa todos los corazones.

Emily Brontë:  Thornton, 1818 - Haworth, 1848, Gran Bretaña.

Emily Bronte escribió unos 200 poemas, suficientes para ser incluida entre los grandes poetas del romanticismo inglés del XIX, época en la que coincide con Lord Byron, John Keats, Percy Shelley, William Wordsworth, William Blake, Robert Browning, Elizabeth Barrett y Cristina Rossetti.

Remembranzas (Emily Bronte)

 Remembranzas

Emily Bronte


¡Frío bajo tierra… y la profunda nieve amontonada sobre ti,
lejano, aislado, frío en la tumba sombría!
¿Me habré olvidado de amarte, mi único Amor,
separados al fin por la ola del tiempo que todo lo separa?

Ahora, cuando esté sola, ¿dejarán mis pensamientos
de sobrevolar las montañas hacia esa costa del norte,
reposarán sus alas donde el brezo y el helecho
cubren tu noble corazón para siempre, por siempre jamás?

Frío bajo tierra… y quince diciembres desolados,
desde aquellas colinas doradas, se han derretido en la primavera:
¡en verdad es leal el espíritu que recuerda
después de tantos años de mudanza y sufrimiento!

Dulce Amor de juventud, perdóname si te olvido
mientras la marea del mundo me arrastra consigo;
otros deseos y otras esperanzas me asedian,
esperanzas que pueden ensombrecerte mas no hacerte daño.

Ninguna nueva luz ha iluminado mi cielo,
ninguna mañana ha vuelto a brillar para mí;
toda la dicha de mi vida se entregó con tu vida,
toda la dicha de mi vida está enterrada en la tumba contigo.

Pero, cuando se fueron los días de los sueños dorados
y la desesperación no tenía ya poder para destruir,
entonces aprendí cómo amar la existencia,
fortalecerla y alimentarla sin ayuda de la alegría.

Entonces refrené las lágrimas de la pasión inútil,
desenganché mi joven alma del anhelo de la tuya,
con firmeza rechacé su ardiente deseo de precipitarse
a descender a esa tumba que ya era más que mía.

Mas todavía no me atrevo a dejar que desfallezca,
no me atrevo a complacerme en el extasiado dolor de la memoria
tras haber apurado esta angustia divina,
¿cómo podría adentrarme en el vano mundo otra vez?

Emily Brontë:  Thornton, 1818 - Haworth, 1848, Gran Bretaña.

Emily Bronte escribió unos 200 poemas, suficientes para ser incluida entre los grandes poetas del romanticismo inglés del XIX, época en la que coincide con Lord Byron, John Keats, Percy Shelley, William Wordsworth, William Blake, Robert Browning, Elizabeth Barrett y Cristina Rossetti.

Todos cuantos te buscan te tientan (Rainer Maria Rilke)

 Todos cuantos te buscan te tientan

Rainer Maria Rilke

Todos cuantos te buscan te tientan.
Y quienes te encuentran te atan
al gesto y a la imagen.

Yo en cambio quiero comprenderte
como te comprende la tierra;
con mi madurar
madura tu reino.

No quiero de ti vanidad alguna
que te demuestre.
Sé que el tiempo
no se llama como tú.

No hagas por mí milagros.
Da la razón a tus leyes
que de generación en generación
se tornan más visibles.

Por ti, para que tú un día llegaras
Por ti, para que tú un día llegaras,
¿no respiraba yo a media noche
el flujo que ascendía de las noches?
Porque esperaba, con magnificencias
casi inagotables, saciar tu rostro
cuando reposó una vez contra el mío
en infinita suposición.
Silencioso se hizo espacio en mis rasgos;
para responder a tu gran mirada
se espejaba, se ahondaba mi sangre.
¡Qué expresión fue sembrada en mi interior
para que, cuando crece tu sonrisa,
proyecte sobre ti espacio cósmico!
Pero tú no vienes, o vienes demasiado tarde.
Precipitaros, ángeles, sobre este
linar azul. ¡Segad, segad, oh ángeles!



Rainer Maria Rilke: 1875 Austria – 1929 Suiza.

Rainer Maria Rilke fue considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal.

Sus obras fundamentales son las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo.

Canciones de los ángeles (Rainer Maria Rilke)

 Canciones de los ángeles

Rainer Maria Rilke

No he soltado a mi ángel mucho tiempo,
y se me ha vuelto pobre entre los brazos,
se hizo pequeño, y yo me hacía grande:
de repente yo fui la compasión;
y él, solamente. un ruego tembloroso.

Le .di su cielo entonces: me dejó
él lo cercano, de que él se marchaba;
a cernerse aprendió. yo aprendí vida,
y nos reconocimos . lentamente...

Aunque mi ángel no tiene ya deber,
por mi día más fuerte desplazado,
baja a veces su rostro con nostalgia,
como si no quisiera ya su cielo.

Querría alzar de nuevo, de mis pobres
días, sobre las cimas de los bosques
rumorosos, mis pálidas plegarias
basta la patria de los querubines.

Allí llevó mi llanto originario
y pensamientos; y mis diminutos
dolores se volvieron allí bosques
que susurran sobre él...

Sí algún día, en las tierras de la vida,
entre el ruido de feria y de mercado,
la palidez olvido de mi infancia
florecida, y olvido el primer ángel,
su bondad, sus ropajes y sus manos
en oración, su mano bendiciendo;
conservaré en mis sueños más secretos
siempre el plegarse de esas alas,
que como un ciprés blanco
quedaban detrás de él...

Sus manos se quedaron como ciegos
pájaros que, engañados por el sol,
cuando, sobre las olas, los demás
se fueron a perennes primaveras,
han de afrontar los vientos invernales
en los tilos vacíos, sin follaje.

Había en sus mejillas la vergüenza
de las novias, que el espanto del alma
tapan con púrpuras oscuras
ante el esposo.

Y en los ojos había
resplandor del primer día:
pero sobre todo
descollaban las alas portadoras...

Había expectación en la llanura
por un huésped que no acudió jamás:
aún pregunta tal vez el jardín trémulo:
su sonrisa después se vuelve inválida.

Y por los barrizales aburridos
se empobrece en la tarde la alameda,
las manzanas se angustian en las ramas
y les hacen sufrir todos los vientos.

Es donde están las últimas cabañas
y casas nuevas que, con pecho angosto,
se asoman estrujadas, entre andamios miedosos,
quieren saber dónde empieza el campo.

Allí la primavera siempre es pálida, a medias,
el verano es febril tras esas tablas:
enferman los ciruelos y los niños,
y tan sólo el otoño allí tiene algo

de remoto y conciliador: a veces
son sus tardes de suave derretirse:
dormitan las ovejas, y el pastor con zamarra
se apoya, oscuro, en la última farola.

Alguna vez ocurre en la honda noche
que se despierta el viento, como un niño,
y pasa la alameda, solitario,
quedo, quedo, llegando hasta la aldea.

Y a tientas va marchando hasta el estanque
y se para después a oír en torno:
y las casas están pálidas todas
y las encinas mudas...


Rainer Maria Rilke: 1875 Austria – 1929 Suiza.
Rainer Maria Rilke fue considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal.
Sus obras fundamentales son las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfe

Oda a la melancolía (John Keats)

 Oda a la melancolía

John Keats

No vayas al Leteo ni exprimas el morado
acónito buscando su vino embriagador;
no dejes que tu pálida frente sea besada
por la noche, violácea uva de Proserpina.
No hagas tu rosario con los frutos del tejo
ni dejes que polilla o escarabajo sean
tu alma plañidera, ni que el búho nocturno
contemple los misterios de tu honda tristeza.
Pues la sombra a la sombra regresa, somnolienta,
y ahoga la vigilia angustiosa del espíritu.


Pero cuando el acceso de atroz melancolía
se cierna repentino, cual nube desde el cielo
que cuida de las flores combadas por el sol
y que la verde colina desdibuja en su lluvia,
enjuga tu tristeza en una rosa temprana
o en el salino arco iris de la ola marina
o en la hermosura esférica de las peonías;
o, si tu amada expresa el motivo de su enfado,
toma firme su mano, deja que en tanto truene
y contempla, constante, sus ojos sin igual.


Con la belleza habita, belleza que es mortal.
También con la alegría, cuya mano en sus labios
siempre esboza un adiós; y con el placer doliente
que en tanto la abeja liba se torna veneno.
Pues en el mismo templo del Placer, con su velo
tiene su soberano numen Melancolía,
aunque lo pueda ver sólo aquel cuya ansiosa
boca muerde la uva fatal de la alegría.
Esa alma probará su tristísimo poder
y entre sus neblinosos trofeos será expuesta.


John Keats, Londres, Inglaterra, 1795 - Roma, Italia, 1821, Poeta británico

Tú me quieres blanca (Alfonsina Storni)

 Tú me quieres blanca

Alfonsina Storni

Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua:

Habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.

Alfonsina Storni: 1892 - 1983, Argentina.

A una rosa (Luis de Góngora)

 A una rosa

Luis de Góngora

Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida?
Y, ¿para no ser nada estás lozana?

Si te engañó su hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.

Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano;

dilata tu nacer para la vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.
Ya besando unas manos cristalinas,
ya anudándose a un blanco y liso cuello,

ya esparciendo por él aquel cabello
que Amor sacó entre el oro de sus minas,
ya quebrando en aquellas perlas finas
palabras dulces mil sin merecello,

ya cogiendo de cada labio bello
purpúreas rosas sin temor de espinas,
estaba, oh, claro sol invidïoso,
cuando tu luz, hiriéndome los ojos,

mató mi gloria y acabó mi suerte.
Si el cielo ya no es menos poderoso,
porque no den los suyos más enojos,
rayos, como a tu hijo, te den muerte.

Luis de Góngora, 1561 - 1627 España.xx

Las flores del romero (Luis de Góngora)

 Las flores del romero

Luis de Góngora

Las flores del romero,
niña Isabel,
hoy son flores azules,
mañana serán de miel.

Celosa estás, la niña,
celosa estás de aquél,
dichoso, pues le buscas,
ciego, pues te ve.
Ingrato, pues te enoja,
y confiado, pues
no se disculpa hoy
de lo que hizo ayer.

Enjuguen esperanzas
lo que lloras por él,
que celos entre aquellos
que se han querido bien,
hoy son flores azules,
mañana serán miel.

Aurora de ti misma,
que, cuando a amanecer
a tu placer empiezas,
te eclipsan tu placer;
serénense tus ojos,
y más perlas no des,
porque al sol le está mal
lo que a la aurora bien.

Desata como nieblas
todo lo que no ves,
que sospechas de amantes
y querellas después,
hoy son flores azules,
mañana serán miel.


Luis de Góngora, 1561 - 1627 España.

Canción de otoño en primavera (Rubén Darío)

 Canción de otoño en primavera

 Rubén Darío

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.

Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.

Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;

y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.

¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!

 Rubén Darío: 1867 - 1916, Nicaragua.

5 poemas de José Ángel Buesa

  Poema de la Despedida José Ángel Buesa Te digo adiós Te digo adiós, y acaso te quiero todavía. Quizá no he de olvidarte, pero te digo adió...