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Poemas cortos de Emily Dickinson

Que yo siempre amé
Emily Dickinson

Que yo siempre amé
yo te traigo la prueba
que hasta que amé
yo nunca viví bastante.

que yo amaré siempre
te lo discutiré
que amor es vida
y vida inmortalidad

esto, si lo dudas, querido,
entonces yo no tengo
nada que mostrar
salvo el calvario

Certidumbre

Yo jamás he visto un yermo
y el mar nunca llegué a ver
pero he visto los ojos de los brezos
y sé lo que las olas deben ser.

Con Dios jamás he hablado
ni lo visité en el Cielo,
pero segura estoy de adónde viajo
cual si me hubieran dado el derrotero.

Poema 37

Corazón, le olvidaremos
en esta noche tú y yo.
Tú, el calor que te prestaba.
Yo, la luz que a mí me dio.
Cuando le hayas olvidado
dímelo, que he de borrar
aprisa mis pensamientos.
Y apresura tu labor
no sea que en tu tardanza
vuelva a recordarle yo.

Ensueño

Para fugarnos de la tierra
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en el poema
que en el más brioso y rápido corcel

Aun el más pobre puede hacerlo,
nada por ello ha de pagar:
el alma en el transporte de su sueño
se nutre solo de silencio y paz.

No es que el morir nos duela tanto
No es que el morir nos duela tanto
Es el vivir lo que nos duele más
Pero el Morir es un camino distinto
Una variedad detrás de la Puerta

La Costumbre Sureña del Pájaro
Que antes de que lleguen las heladas
Acepta una Latitud mejor.

Poema 51

Mi amado ha de ser un ave
¡porque vuela!
Ha de ser mortal mi amante,
¡porque muere!
Tiene cual la abeja, aguijón.
Oh, extraño amigo,
¡eres un enigma!

Emily Dickinson: poetisa de Estados Unidos: 1830  –  1886.

Canción del corsario (Lord Byron)

 Canción del corsario

Lord Byron

En su fondo mi alma lleva un tierno secreto
solitario y perdido, que yace reposado;
mas a veces, mi pecho al tuyo respondiendo,
como antes vibra y tiembla de amor, desesperado.

Ardiendo en lenta llama, eterna pero oculta,
hay en su centro a modo de fúnebre velón,
pero su luz parece no haber brillado nunca:
ni alumbra ni combate mi negra situación.

¡No me olvides!... Si un día pasaras por mi tumba,
tu pensamiento un punto reclina en mí, perdido...
La pena que mi pecho no arrostrara, la única,
es pensar que en el tuyo pudiera hallar olvido.

Escucha, locas, tímidas, mis últimas palabras
la virtud a los muertos no niega ese favor;
dame... cuanto pedí. Dedícame una lágrima,
¡la sola recompensa en pago de tu amor!...

George Gordon Byron  1788 - 1824 Inglaterra
Poeta mas conocido como: Lord Byron

Remembranzas (Emily Bronte)

 Remembranzas

Emily Bronte


¡Frío bajo tierra… y la profunda nieve amontonada sobre ti,
lejano, aislado, frío en la tumba sombría!
¿Me habré olvidado de amarte, mi único Amor,
separados al fin por la ola del tiempo que todo lo separa?

Ahora, cuando esté sola, ¿dejarán mis pensamientos
de sobrevolar las montañas hacia esa costa del norte,
reposarán sus alas donde el brezo y el helecho
cubren tu noble corazón para siempre, por siempre jamás?

Frío bajo tierra… y quince diciembres desolados,
desde aquellas colinas doradas, se han derretido en la primavera:
¡en verdad es leal el espíritu que recuerda
después de tantos años de mudanza y sufrimiento!

Dulce Amor de juventud, perdóname si te olvido
mientras la marea del mundo me arrastra consigo;
otros deseos y otras esperanzas me asedian,
esperanzas que pueden ensombrecerte mas no hacerte daño.

Ninguna nueva luz ha iluminado mi cielo,
ninguna mañana ha vuelto a brillar para mí;
toda la dicha de mi vida se entregó con tu vida,
toda la dicha de mi vida está enterrada en la tumba contigo.

Pero, cuando se fueron los días de los sueños dorados
y la desesperación no tenía ya poder para destruir,
entonces aprendí cómo amar la existencia,
fortalecerla y alimentarla sin ayuda de la alegría.

Entonces refrené las lágrimas de la pasión inútil,
desenganché mi joven alma del anhelo de la tuya,
con firmeza rechacé su ardiente deseo de precipitarse
a descender a esa tumba que ya era más que mía.

Mas todavía no me atrevo a dejar que desfallezca,
no me atrevo a complacerme en el extasiado dolor de la memoria
tras haber apurado esta angustia divina,
¿cómo podría adentrarme en el vano mundo otra vez?

Emily Brontë:  Thornton, 1818 - Haworth, 1848, Gran Bretaña.

Emily Bronte escribió unos 200 poemas, suficientes para ser incluida entre los grandes poetas del romanticismo inglés del XIX, época en la que coincide con Lord Byron, John Keats, Percy Shelley, William Wordsworth, William Blake, Robert Browning, Elizabeth Barrett y Cristina Rossetti.

Si (Rudyard Kipling)

  Si 

Rudyard Kipling

Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la pierden y te culpan a ti.
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero también aceptas que tengan dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no incurres en el odio.
Y aun así no te las das de bueno ni de sabio.

Si puedes soñar sin que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso,
y tratar a esos dos impostores de la misma manera.
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho,
tergiversada por villanos para engañar a los necios.
O ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida,
y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas.

Si puedes apilar todas tus ganancias
y arriesgarlas a una sola jugada;
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón, y tus nervios y tendones,
a cumplir con tus objetivos mucho después de que estén agotados,
y así resistir cuando ya no te queda nada
salvo la voluntad, que les dice: “¡Resiste!”.

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos pueden contar contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de diligente labor
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más: ¡serás un hombre, hijo mío!

Rudyard Kipling: Bombay, India 1865 - Londres, Reino Unido 1936.
Kipling obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1905
Escribió 2 libros de poemas Gunga Din y Si, el poema “Si” esencialmente es casi un himno dirigido al alma del lector.

Ruinas (Salomé Ureña)

 Ruinas

Salomé Ureña

Memorias venerandas de otros días,
soberbios monumentos,
del pasado esplendor reliquias frías,
donde el arte vertió sus fantasías,
donde el alma expresó sus pensamientos.

Al veros ¡ay! con rapidez que pasma
por la angustiadamente
que sueña con la gloria y se entusiasma
la bella historia de otra edad luciente.

Oh, quisqueya! las ciencias agrupadas
te alzaron en sus hombros¡
del mundo a las atónitas miradas;
y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas
la brisa que solloza en tus escombros.

Ayer, cuando las artes florecientes
su imperio aquí fijaron
y creaciones tuviste eminentes,
fuiste pasmo y asombro de las gentes,
y la Atenas moderna te llamaron.

Águila audaz que rápida tendiste
tus alas al vacío
y por sobre las nubes te meciste:
¿por qué te miro desolada y triste?
¿dó está de tu grandeza el poderío?

vinieron años de amarguras tantas,
de tanta servidumbre;
que hoy esa historia al recordar te espantas,
porque inerme, de un dueño ante las plantas,
humillada te vio la muchedumbre.

Y las artes entonces, inactivas,
murieron en tu suelo,
se abatieron tus cúpulas altivas,
y las ciencias tendieron, fugitivas,
a otras regiones, con dolor, su vuelo.

¡Oh, mi antilla infeliz que el alma adora!
doquiera que la vista
ávida gira en tu entusiasmo ahora,
una ruina denuncia acusadora
las muertas glorias de tu genio artista.

¡Patria desventurada! ¿qué anatema
cayó sobre tu frente?
levanta ya de tu indolencia extrema:
la hora sonó de redención suprema
y ¡ay, si desmayas en la lid presente!

Pero vano temor: ya decidida
hacia el futuro avanzas;
ya del sueño despiertas a la vista,
y a la gloria te vas engrandecida
en alas de risueñas esperanzas.

Lucha, insiste, tus títulos reclama:
que el fuego de tu zona
preste a tu genio su potente llama,
y entre el aplauso que te dé la fama
vuelve a ceñirte la triunfal corona.

Que mientras sueño para ti una palma,
y al porvenir caminas,
no más se oprimirá de angustia el alma
cuando contemple en la callada calma
la majestad solemne de tus ruinas.

A mi padre

La llegada del invierno

el cantar de mis cantares
amor y anhelo
ruinas, sombras, luz a mi madre
¡padre mío!
quejas, sueños, melancolía
tristezas
las horas de angustia (en la enfermedad de mi segundo hijo)
en el nacimiento de mi primogénito (a mi esposo)
angustias (a mi esposo, ausente en Europa)

Salomé Ureña: República Dominicana, 1850 - 1897.

Oda a la inmortalidad (William Wordsworth)

Oda a la inmortalidad
 William Wordsworth

Aunque el resplandor que
en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas.

Aunque mis ojos ya no
puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba.

Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos,
porque la belleza subsiste 
siempre en el recuerdo.

En aquella primera
simpatía que habiendo
sido una vez,
habrá de ser por siempre;
en los consoladores pensamientos
que brotaron del humano sufrimiento,
y en la fe que mira a través de la muerte.

Gracias al corazón humano
por el cual vivimos;
gracias a sus ternuras, a sus
alegrías y a sus temores, 
la flor más humilde al florecer
puede inspirarme ideas que, a menudo,
se muestran demasiado profundas
para las lágrimas.

William Wordsworth, Cockermouth, 1770, Rydal Mount, 1850, Gran Bretaña, 

El amor no admite cuerdas reflexiones (Rúben Darío)

 El amor no admite cuerdas reflexiones

Rúben Darío

Señora, Amor es violento,
y cuando nos transfigura
nos enciende el pensamiento
la locura.

No pidas paz a mis brazos
que a los tuyos tienen presos:
son de guerra mis abrazos
y son de incendio mis besos;
y sería vano intento
el tornar mi mente obscura
si me enciende el pensamiento
la locura.

Clara está la mente mía
de llamas de amor, señora,
como la tienda del día
o el palacio de la aurora.
Y el perfume de tu ungüento
te persigue mi ventura,
y me enciende el pensamiento
la locura.

Mi gozo tu paladar
rico panal conceptúa,
como en el santo Cantar:
Mel et lac sub lingua tua.
La delicia de tu aliento
en tan fino vaso apura,
y me enciende el pensamiento
la locura.

Rúben Darío: 1867 - 1916, Nicaragua.

Lo inefable (Delmira Agustini)

 Lo inefable

Delmira Agustini

Yo muero extrañamente... No me mata la Vida,
No me mata la muerte, no me mata el Amor;
Muero de un pensamiento mudo como una herida.
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?...

Cumbre de los Martirios!... Llevar eternamente,
Desgarradora y árida, la trágica simiente
Clavada en las entrañas como un diente feroz!.

Pero arrancarla un día en una flor que abriera
Milagrosa, inviolable!... Ah, más grande no fuera
Tener entre las manos la cabeza de Dios!


Delmira Agustini (1886 - 1914) Uruguay

A mis soledades voy (Lope de Vega)

 A mis soledades voy 

Lope de Vega

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

No sé qué tiene el aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo,
no puedo venir más lejos.

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

Él dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento;
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio.

O sabe naturaleza
más que supo en este tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.

«Sólo sé que no sé nada»,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,
de desdichado me precio;
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.

Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más,
otros por carta de menos.

Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres,
que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los estraños,
y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?

Todos andan bien vestidos,
y quéjanse de los precios,
de medio arriba romanos,
de medio abajo romeros.

Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
en el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento;

y algunos, inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.

Virtud y filosofía
peregrinan como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento,
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros,
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo!
Porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños.

Fea pintan a la envidia;
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir,
piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones ni pleitos;

ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, firmaron
parabién, ni Pascuas dieron.

Con esta envidia que digo,
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.


Felix Lope de Vega

Felix Lope de Vega Carpio: España, 1562 - 1635

El gaucho Martín Fierro (José Hernández)

 El gaucho Martín Fierro

José Hernández

Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estraordinaria,
como la ave solitaria 
con el cantar se consuela.

Pido a los Santos del Cielo
que ayuden mi pensamiento,
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia 
me refresquen la memoria,
y aclaren mi entendimiento.

Vengan Santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda 
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en esta ocasión tan ruda.

Yo he visto muchos cantores,
con famas bien obtenidas, 
y que después de alquiridas
no las quieren sustentar
parece que sin largar
se cansaron en partidas.

Mas ande otro criollo pasa 
Martín Fierro ha de pasar,
nada lo hace recular
ni las fantasmas lo espantan;
y dende que todos cantan
yo también quiero cantar. 

Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pie del Eterno Padre-
dende el vientre de mi madre 
vine a este mundo a cantar.

Que no se trabe mi lengua
ni me falte la palabra
el cantar mi gloria labra
y poniéndome a cantar, 
cantando me han de encontrar
aunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajo
a cantar un argumento
como si soplara el viento 
hago tiritar los pastos
con oros, copas y bastos,
juega allí mi pensamiento.

Yo no soy cantor letrao,
mas si me pongo a cantar 
no tengo cuándo acabar
y me envejezco cantando;
las coplas me van brotando
como agua de manantial.

Con la guitarra en la mano 
ni las moscas se me arriman,
naides me pone el pie encima,
y cuando el pecho se entona,
hago gemir a la prima
y llorar a la bordona. 

Yo soy toro en mi rodeo
y toraso en rodeo ageno,
siempre me tuve por güeno
y si me quieren probar,
salgan otros a cantar 
y veremos quién es menos.

No me hago al lao de la güeya
aunque vengan degollando,
con los blandos yo soy blando
y soy duro con los duros, 
y ninguno, en un apuro
me ha visto andar titubiando.

En el peligro ¡qué Cristos!
el corazón se me enancha
pues toda la tierra es cancha, 
y de esto naides se asombre,
el que se tiene por hombre
ande quiera hace pata ancha.

Soy gaucho, y entiendanló
como mi lengua lo esplica, 
para mí la tierra es chica
y pudiera ser mayor,
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el Sol.

Nací como nace el peje 
en el fondo de la mar,
naides me puede quitar
aquello que Dios me dio
lo que al mundo truje yo
del mundo lo he de llevar. 

Mi gloria es vivir tan libre
como el pájaro del Cielo,
no hago nido en este suelo
ande hay tanto que sufrir;
y naides me ha de seguir 
cuando yo remonto el vuelo.

Yo no tengo en el amor
quien me venga con querellas,
como esas aves tan bellas
que saltan de rama en rama
yo hago en el trébol mi cama,
y me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos me escuchan
de mis penas el relato
que nunca peleo ni mato 
sino por necesidá;
y que a tanta alversidá
sólo me arrojó el mal trato.

Y atiendan la relación
que hace un gaucho perseguido 
que fue buen padre y marido
empeñoso y diligente,
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido.

José Rafael Hernández,  Buenos Aires, Argentina: 21 de octubre de 1886  10 de noviembre de 1834, fue poeta, político, periodista y militar.

El paraíso perdido (John Milton)

 El paraíso perdido

John Milton

Si eres aquél ¡Cuán caído y diferente
Te ves de aquél que, en los felices reinos
De la luz, y con trascendente brillo,
Eclipsaba a ángeles a millares
Por más que esplendorosos!… Si eres aquél
Que en mutua alianza, consejo y pensamiento
Unidos, esperanza y riesgo iguales,
En la gloriosa empresa te juntaste
Conmigo aquella vez, el infortunio
Ahora en igual ruina nos enlaza;
En qué abismo caímos de la altura,
Ya lo ves, tanto más poderoso
Él demostró que era con su rayo,
Y hasta entonces ¿quién conocer podía
La fuerza de aquellas terribles armas?
Con todo, ni por ellas ni por cuanto
El fuerte Vencedor pueda infligirnos
Con su ira me arrepiento yo ni cambio,
Aunque haya cambiado el lustre externo,
Aquel firme propósito y altivo
Desdén, sensible al mérito ofendido,
Que a contender con Dios me levantó,
Arrastrando hacia la feroz batalla
Un incontable ejército de espíritus
Que a despreciar su reino se atrevieron,
Y a mí me prefirieron y enfrentaron
Con adverso poder al del más alto
En incierto combate en las llanuras
Del Cielo, y su trono sacudieron.
¿Qué importa que el combate se perdiera?
No todo se ha perdido; la indomable
Voluntad y las ansias de venganza,
El odio inmortal, el valor firme
Que nunca es sometido ni se rinde
¿En qué consiste, pues, no ser vencido?
Esta gloria jamás su ira y potencia
Arrancarán de mí. Doblarme y suplicar
Su gracia de rodillas ensalzado
El poder del que el terror de este brazo
Poco ha puso en peligro su imperio.
Sería humillación, una ignominia
Y vergüenza peor que esta caída;
Ya que por sino ni el poder de dioses
Ni esta empírea substancia fallar puede;
Ya que con la experiencia de este encuentro,
En armas no inferiores y teniendo
Más previsión y una mayor confianza
Podemos sostener con fuerza o fraude
Una eterna, irreconciliable guerra
Contra nuestro Enemigo que hoy triunfante
En exceso de dicha, reina solo
Y detenta la tiranía del Cielo.


John Milton, Inglaterra 1608 - 1674.
Está considerado uno de los mejores poetas en lengua inglesa

El ego

 El ego y el super ego




 


El yo (ego), el super yo (super ego) y el ello.

Freud indica que la personalidad es el motor o la energía que mueve a la persona hacía la muerte, la energía o personalidad proviene de dos causas: los impulsos de la vida (eros) que se manifiestan en la paz y los de la muerte (tanatos) que se manifiestan en la agresividad.







Freud describió lo que se llama: Elementos Estructurales de la Mente; el Yo (Ego), el Super Yo (Super Ego) y el Ello, que conforman al personalidad.









El Yo, es la parte que reconoce y ejecuta las acciones propias de la personalidad, percibe, decide y discrimina y controla los deseos que provienen del ello y lo logra con el uso de los mecanismos de auto defensa, impone sacrificios y renuncias que a veces la realidad le impone.

El Super yo, aprueba o rechaza las exigencias del Ello, es la voz de la conciencia moral que resulta de los valores trasmitidos por los padres, la escuela y que rigen la conducta de la sociedad.

El Ello es el deposito de los impulsos instintivos, es la parte del subconsciente en que están los impulsos y busca satisfacción inmediata de los deseos sin que importen las consecuencias cuando desborda los controles del Super Yo, el Ello es irracional y dominado por el principio del placer



Sigmund Freud, Pribor,  
Nació el 6 de mayo 1856 en Pribor, República Checa.
Murió el 23 de septiembre de 1939 en Londres, Inglaterra 1939, Médico neurólogo.
Padre del Psicoanálisis.



Karma

 Karma: causa y efecto





Karma es una palabra en sánscrito que significa : "acción".

El karma no es solo malas acciones pagadas, también son las buenas acciones y las que llevan al Nirvana, como en las reencarnaciones de Buda.    
Para los hindúes, jainistas y budistas es la ley que rige las sucesivas reencarnaciones de una persona y que condicionan los sucesos y circunstancias que le afectaran en su vida, según las acciones que realizó en su vida anterior.
En física  es una ley cósmica de retribución o causa y efecto.
Karma es la acción  o energía que se deriva de actos, palabras o pensamientos de las personas y por las que tendrá una reacción equivalente o mayor.
Según las religiones orientales, el karma es la energía que se desprende de cada acción de una persona y que va a regir sus futuras reencarnaciones, es el resultado de nuestras acciones que pueden ser negativas o positivas
La reencarnación es el traslado del alma a otra estructura corpórea o física.
Las reencarnaciones deben de ir llevando a las personas a un estado superior, hasta llegar a la perfección y al Nirvana que es el estado puro y limpio.
El karma no necesariamente es un castigo, también es el hecho o acto que se deja sin terminar y en la siguiente reencarnación se completa o complementa, el karma no tiene que ver con castigos, no es Dios quién te castiga, eres tu mismo que optaste por alguna acción positiva o negativa y cuya energía te hes devuelta en las mismas circunstancias, en la siguiente vida.
La persona puede ir perfeccionando su vida hasta llegar a la perfección, llegar al Nirvana y dejar de reencarnarse.

                                      


El karma no se produce en vida, por tanto, es imposible decir: "que estaré pagando", creyendo que cometimos algún hecho negativo y lo pagamos en esta vida, eso es falso.

Cábala

 Cabalístico




Es la interpretación mística del Antiguo Testamento y que forma parte de la tradición judía que pretende revelar un saber oculto cerca de Dios, que fue dado a la humanidad.

La Doctrina cabalística sostiene que el universo funciona según principios que son entendidos y aceptados por el ser humano, logrando mejorar su vida y permitir alcanzar la plenitud.
Los seguidores de la Cabala o Qabbalah en hebreo, aclaran que esta es una ciencia y que ha estado oculta durante miles de años.
Cábala significa: recibir.
La Cábala busca a Dios bajo la perspectiva de la creación y pretende penetrar en sentido oculto en la Torá, desarrollando un saber esotérico, profundo y misterioso, tratando de revelar mensaje de Dios que se origina en la Diáspora Helenística del siglo I
Hasta hace poco tiempo la Cábala era casi secreta, a la que solo accedían unas cuantas personas, hasta el siglo veinte en que ha dejado de ser oculta y se a dispuesto que se puedan adherir todos los interesados, para acceder, hay que leer los siguientes tres libros: El Libro de la Formación, El Zohar Y El Árbol de la Vida. 




Muchos personajes famosos se han adherido a la Cabala: Ashton Kushner, Demi Moore, Victoria Beckham, entre otros.
Cabala en otro sentido, es un calculo supersticioso, una conjetura, una suposición asociada a un ritual que cada persona lleva, dando su toque personal, con la esperanza de tener buena suerte o de cumplir sus objetivos.
Un ejemplo es ingresar a un lugar con el pie derecho o también al levantarse en la mañana, usar amuletos o sentarse en la misma silla o ponerse la misma ropa para que se repita en resultado favorable anterior.

Ojos astrales (José Hernández)

x   José Hernández Si Dios un día, cegara toda fuente de luz, el universo se alumbraría con esos ojos que tienes tú. Pero si lleno de  agrio...