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Italia mia aunque el hablar sea vano (Francesco Petrarca)

 Italia mia aunque el hablar sea vano

(De: Cancionero)

Francesco Petrarca

Italia mía, aunque el hablar sea vano
a las llagas mortales
que veo en tu bello cuerpo dolorido,
quiero al menos que sean mis quejas tales
cual pide Arno toscano,
y Tibre y Po, donde hoy lloroso anido,
Señor cortés, te pido
que la piedad que te condujo a tierra
te vuelva aquí a tu amado y almo suelo;
verás, Rector del cielo,
por qué liviana causa hay cruda guerra.

Los pechos que arde y cierra
fiero y soberbio Marte,
ábralos tu Piedad, Señor, y apague;
y en ellos, aun sin arte,
haz que mi lengua tu Verdad propague.

Vosotros, a quien dio Fortuna el freno
de esta Italia granada,
por la que compasión ninguna os pliega,
¿qué hace aquí tanta extranjera espada?
¿Por qué el verde terreno
con la sangre barbárica se riega?
Un vano error os ciega;
veis poco, y os creéis ver demasiado,
pues en mano venal buscáis fe ardiente;
y cuanta es más la gente
más del rival es cada cual cercado.

¡Oh diluvio engendrado
de desiertos lejanos
para inundar nuestra campiña opima!
Si esto hacen nuestras manos
¿quién habrá que nos salve y nos redima?
Le dio Naturaleza a nuestro estado,
haciendo el Alpe escudo,
defensa ante la cólera germana;
mas ciego afán contra su bien tal pudo,
que luego ha procurado
que el sano cuerpo estrague sarna insana.
En esta jaula, hircana
fiera salvaje y grey mansa e incruenta
de modo están que siempre el mejor gime;
y, porque más lastime,
viene este mal de gente a ley no atenta,
a quien, como se cuenta,
abrió tal Mario el flanco
que aún vive la memoria de su brío,
cuando, en cansancio franco,
sangre fue el agua que bebió del río.

De César callo, quien de todo prado
bañó en sangre la hierba,
allá donde su hueste el pie ponía,
Hoy parece, ¡oh estrella ahora proterva!,
que a Dios damos enfado:
vosotros ved, pues tanto Italia os fía.


Vuestra discordia impía
gastan del mundo la más bella parte.
¿Qué culpa o juicio ordena, o qué destino
sitiar pobre vecino,
ansiar menguada hacienda incontinente,
y la extranjera gente
buscar al ver que a gusto
vierte la sangre y pone al alma precio?
A la verdad me ajusto,
que no me anima el odio ni el desprecio.

¿Y no os catáis aún, tras tanta seña,
del bavárico engaño,
que alzando el dedo con la muerte juega?
Peor siento la burla yo que el daño.
Mas vuestra sangre preña
más la campiña, pues la ira os ciega.
Pensad mientras se llega
la tercia hora y podréis ver cómo el hombre
precia al extraño cuando a sí abomina.
Gentil sangre latina,
el peso de esta carga no os asombre;
no hagáis ídolo un nombre
hinchado y sin cimiento;
que el que derrote hoy gente riscosa
a nuestro entendimiento
pecado es nuestro, y no natural cosa.

¿No es éste el lar que vi yo el primer día?
¿No es éste el nido mío
donde criado fui tan dulcemente?
¿Y no es ésta la patria de que fío,
madre benigna y pía,
que sirve de mortaja hoy a mi gente?

Por Dios, esto la mente
os mueva y con piedad miréis cada uno
las lágrimas del pueblo doloroso,
que, pues en vos reposo
sólo espera tras Dios, si de consuno
mostráis favor alguno,
virtud, no destemplanza,
tomando el arma, hará el combate breve,
que la antigua pujanza
aún Italia por sus venas mueve.

Señores, ved cuán presto el tiempo viaja
y cómo huye la vida,
y la muerte a la espalda va tras ella.
Pensad, aunque hoy viváis, en la partida,
que el alma sin alhaja
aquella última vía sola huella.

Aquí antes que aquella,
dejad odio o desdén poco cristiano,
que son para el reposo contratiempo;
y aquel que pierde el tiempo
en hostigar al otro, en más humano
acto de ingenio o mano,
en más bella alabanza,
en más honesto estudio se divierta.
Así más bien se alcanza,
y la vía del cielo se halla abierta.

Canción, yo ahora te exhorto
a que des tu mensaje cortésmente,
porque entre gente altiva que irás veo
y vicia su deseo
aquel uso ya antiguo e impertinente
de oír sólo a quién miente.
Allí, cuando en la cita
te escuchen los que aún son del bien oidores,
diles: ¿Quién me acredita?
Yo, que gritando voy: "¡Paz, paz, señores!"


La mentira

 La mentira mueve al mundo


Octavo mandamiento


A la tierra lógicamente la mueve al energía solar, todos los planetas del Sistema Solar se mueven alrededor del Sol.
Otra forma de decir ¿que es lo que mueve al mundo?
Popularmente decimos que lo mueve otro tipo de energía, esto es en forma subjetiva.
La mayoría de personas dirían que es el amor, hablando sanamente, sin pensar mal, buscando el mejor lado o la respuesta más sana, la mejor respuesta.
Pero lo que actualmente mueve al mundo (diríamos en forma peyorativa) es o sería: la mentira, la falsedad, el engaño, el fraude, la corrupción, mejor dicho: la ambición desmesurada.
Todo esto viene como consecuencia de la falta de dignidad, la inmoralidad, la falta de orgullo de las personas al buscar vivir mejor a costa de los demás, a costa de los valores.
Se olvidan de la autoestima, del orgullo, solo con el fin de lograr una ganancia, su cometido, en menoscabo de sus mismos derechos inalienables de respeto a le mismo y de los demás y de caer en la autosugestión del pseudo poder, aceptando el insulto, el vituperio, es lo de menos, no importa con tal de ganar algo por lo bajo deshonestamente.
No es la mentira, de los días, la mentirita, la mentira de los niños por tapar un travesura o por ocultar un desliz o al insignificante sin hacer daño a propósito.
No, eso no, lo que tratamos de explicar es sobre la gran mentira, la mentira que hace daño, que golpea, que perjudica, la mentirota como decía mi abuelita.
Los religiosos dicen que la mentira deshonra y que los mentirosos son hijos del diablo.
La mentira es un antivalor moral y el recurso más fácil para lograr un cometido.
La mentira crea desconfianza, frustración, daño, hay mentirosos patológicos que no tienen salvación, estos mueren mintiendo.
La mentira es una careta que cubre a la verdad y casi siempre termina por caerse.

En la ficción Pinocho es el más grande mentiroso de todos los tiempos, solo que es un personaje de ficción, creado por el italiano Carlo Collodi.

Pinocho era un muñeco que por ser tan tierno un hada le dio vida.

Pinocho inventó muchas historias para justificar sus faltas al colegio y se iba a vagar con su amigo el Pepe grillo, a Pinocho le crecía la nariz cada vez que mentía

Inventaba unas mentiras infantiles y el mismo se lo creía.

En el mundo hay infinidad de mentirosos y gente que le seguían la corriente, esto deriva en tramposos, estafadores y políticos mentirosos que actúan así para lograr beneficios personales.

Hay otros mentirosos, vivos de carne y hueso que mienten tanto que su vida es una gran mentira, a ellos los llaman mitómanos,

Miéntense a si mismo los esclavos de la moda y los compradores compulsivos. Comparan para aparentar.

También mienten aquellos que quieren salvar el pellejo

Otros mienten para ocultar sus malas acciones.

Los funcionarios mienten en las obras y compras encargadas, hay magistrados o jueces que salvan al culpable y condenan al inocente.
Hay los mentirosos financieros, que te presentan deudas impagables y hasta te embargan el último mueble.
Para mentiroso los políticos, son los que se llevan el premio mayor, los que al postular ofrecen el oro y el moro a sus adeptos y al ser elegidos desde que ocupan el puesto se dedican a buscar como enriquecerse, mientras tanto mienten y mienten y mientras más mienten, mas engañan y mas roban las voluntades del pueblo y al terminar su mandato buscan que salir como si fueran grandes luchadores y siguen mintiendo para que vuelvan a votar por ellos, persisten en sus intentos convirtiéndose en los más grandes mentirosos, cada quién es más mentiroso que los otros, los políticos son los profesionales de la mentira.
Uno de los 10 mandamientos que entregó Dios a Moisés en el Monte Sinaí (octavo) dice: no mentirás, Dios ordena que los mentirosos no llegaran al Cielo.
- No dirás falsos testimonios, ni mentirás.

Miente el viento, miente el hombre,
pero hay quién miente mas
sin sentir vergüenza
al hacer sus promesas
al pueblo que voto por el.

Miente el hombre
sin sentir vergüenza
al decir te quiero.
Mienten los que dicen
que nunca mienten.

Mienten los que dicen
que el amor es sincero 
y que nunca miente.

Antonio Encinas Carranzaxxxxxxxx

Ojos astrales (José Hernández)

x   José Hernández Si Dios un día, cegara toda fuente de luz, el universo se alumbraría con esos ojos que tienes tú. Pero si lleno de  agrio...